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domingo, 17 de enero de 2016

La Vida



Creo que la vida es caprichosa, que cuando nacemos ya está todo decidido.

 Que hay gente a quien le acompaña la suerte, y gente a la que no. Y si naces sin ella, es muy difícil que la cosa cambie.


Que a las personas como yo, sin suerte, nos cuesta más vivirla. No se trata de fortaleza, sino de piedras en el camino, que no es lo mismo tener dos piedras al año que tener 365.


No se si os habréis parado a pensar en esto.

Se suele decir que no prejuzgues a la gente, porque todos tenemos dentro una lucha interior. Y es cierto. Pero hay luchas, y luchas.



Esta la lucha de una mujer que es amada y deseada, una mujer con un trabajo gratificante, que la invita a crecer cada día. Una mujer admirada por muchos, la cual no se reconoce frente al espejo. La cual no se gusta a sí misma, por no tener la cintura de esa chica de la revista.


También está el hombre de familia, ese hombre que trabaja 8 horas al día, 6 días a la semana, pero que prefiere pasar los domingos con otras compañías antes que tener que soportar en casa unas responsabilidades que le superan. 


Ese hombre y esa mujer lo tienen todo, pero creen no tener nada. Estas personas, la única lucha que tienen, es la de  no saber valorar las cosas.


Pero llegamos a la madre soltera, esa madre que se saca un sueldo limpiando escaleras, que es pluriempleada por sacar adelante a sus hijos, que tiene ansiedad de progreso y ganas de vivir, pero que no puede. Tal vez le robasen su inocencia, tal vez también su autoestima. Pero se levanta cada mañana sonriéndole a la sonrisa de su hijo, y convencida de que mañana será un nuevo día.


Podría poner mil ejemplos:
 Personas maltratadas, gente a los que les han robado su identidad. Mujeres violadas, hombres que no pueden reconocer su identidad sexual. Niños que escuchan cada día gritar a sus papás. Padres a los que les han robado a sus hijos, por pura diversión, mayores a los que les quitan sus casas sin darles ninguna opción.


Gente explotada, profesionalmente o físicamente. Gente que no tiene un techo ni en quien poder confiar.


Abuelos manteniendo a sus hijos y a sus nietos, mientras ellos se consumen porque no resisten más.


Eso, amigos míos, eso es LUCHAR.


Esa es la verdadera definición. Luchar, para no obtener un resultado.

Ese es el capricho de la vida, darle a unos lo que le ha  robado a otros.


Pero la VIDA, aún así, hay que amarla y vivirla. Hay que tener esperanza, esperanza en nosotros mismos, porque és posible que si la depositas en alguien más acabes perdiéndola, esa es la triste realidad.


Saber mirarnos al espejo y decir : A ver, ¿Qué falla aquí?, e intentar solucionarlo como si de un crucigrama se tratase, intentar solucionarnos a nosotros mismos, a nada más (eso es un error muy común).


La felicidad no es alguien que llame a nuestra puerta, la felicidad todos la llevamos dentro, pero hay que saber gestionarla, saber jugar tus cartas. Hay que entenderla y ponerla en práctica.


Y no, no hay que aprender a olvidar, hay que aprender a SUPERAR. Olvidar no se olvida nada, solo puedes cambiar tu forma de sobrellevarlo, puedes tener las espinas clavadas en el pecho o aprender a sanarlo.


Al fin y al cabo, la vida es eso, aprender.
 Nunca dejamos de aprender. La única diferencia, es que hay personas que se ven obligadas a aprender antes que otras. Y hay personas, que no terminan de aprender nunca.


Vive aprendiendo, y echarás a volar.



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