Hoy comparto con vosotros un poema que escribí hace poco y que fué publicado en la revista de SAINDE ( Sociedad de Autores Independientes). Espero que os guste.
LA MUERTE
En un callejón oscuro
y hostil
un muro prohíbe la
salida,
sírvase de su frágil
latir
combatiendo con su
alma abatida.
pero en la osadía del
silencio
de quien siente y está
muerto,
pudo lograr ver a lo
lejos
la figura del
desprecio.
cómo cuando era niño
y soñaba sin
pretextos,
cómo cuando era viejo
y el dolor rasgó su
pecho.
Sentía que se esfumaba
su voz en el último
aliento,
sentía que renunciaba
a no hacer un último
intento.
Despreciable cobardía!
¿acaso merecía esto?
¿admitir que no sentía
y aceptar que estaba
muerto?
Se tapó el rostro con
sus manos
llenas de arrugas y de
llagas,
y vio a lo lejos, cual
destello
la figura de una dama.
Entonces pudo sentir
un eco
era la partida de su
alma
y admitió que estaba
muerto
y aceptó que estaba en
calma.
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